Trastornos Alimenticios: Una mirada integral a su origen, síntomas y abordaje

Publicado el: 21/04/2025 Editado por: Jocelyn Gómez el 21/04/2025

Los Trastornos Alimenticios son Enfermedades Mentales graves que afectan profundamente la relación de una persona con la comida, el cuerpo y la Autoestima. Aunque su manifestación es física, su raíz es compleja y multidimensional, involucrando factores psicológicos, sociales, biológicos y culturales. La detección temprana, el tratamiento interdisciplinario y la prevención desde edades tempranas son fundamentales para combatirlos.

 

Clasificación de los Trastornos Alimenticios más frecuentes

Anorexia Nerviosa: una lucha contra el cuerpo y la nutrición

La Anorexia Nerviosa se caracteriza por una restricción alimentaria extrema, acompañada de un miedo intenso a subir de peso y una percepción distorsionada de la imagen corporal. Las personas que la padecen suelen tener un peso significativamente bajo para su edad y estatura, y a menudo ocultan sus hábitos alimenticios.


También pueden realizar ejercicio físico en exceso, inducirse el vómito, utilizar laxantes y manipular la comida para evitar ingerirla. Este Trastorno Alimenticio puede comenzar en la adolescencia, especialmente entre los 15 y 19 años, aunque también puede desarrollarse en adultos jóvenes.

Bulimia Nerviosa: el ciclo de atracón y compensación

La Bulimia Nerviosa implica episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos en un corto período de tiempo, seguidos por conductas compensatorias inapropiadas como el vómito autoinducido, el uso excesivo de laxantes, el ayuno prolongado o el ejercicio excesivo.


A diferencia de la Anorexia, las personas con Bulimia suelen mantener un peso corporal normal, lo que puede dificultar su diagnóstico. Este trastorno suele comenzar alrededor de los 17 años y genera una profunda sensación de culpa y falta de control sobre la alimentación.

Trastorno por Atracón: comer como respuesta al vacío emocional

Este trastorno se manifiesta a través del consumo recurrente y compulsivo de grandes cantidades de comida, acompañado de una sensación de pérdida de control. A diferencia de la Bulimia, no existen conductas compensatorias posteriores, lo que a menudo conduce al Sobrepeso u Obesidad.


Es más frecuente en personas mayores de 21 años, aunque puede aparecer en adolescentes, y suele estar relacionado con cuadros de Ansiedad, Depresión o Traumas no resueltos.


Factores que contribuyen al desarrollo de los Trastornos Alimenticios

Influencias genéticas y biológicas

Diversos estudios han demostrado que existe una predisposición genética que puede aumentar la vulnerabilidad a desarrollar un Trastorno Alimenticio, especialmente si hay antecedentes familiares de estos padecimientos o de Enfermedades Mentales como la Depresión o el Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Alteraciones en neurotransmisores como la serotonina también pueden estar involucradas.

Determinantes psicológicos y emocionales

La Autoestima Baja, el perfeccionismo extremo, las dificultades para gestionar las emociones, así como la Ansiedad, la Depresión y los pensamientos obsesivos, son factores de riesgo comunes. En muchos casos, los Trastornos Alimenticios funcionan como mecanismos para lidiar con emociones intensas o situaciones de pérdida de control en la vida personal.

Factores sociales, familiares y culturales

La presión social por cumplir con ideales de belleza inalcanzables, los comentarios sobre el peso desde la infancia, el acoso escolar, los conflictos familiares y las experiencias traumáticas son desencadenantes frecuentes. Los entornos familiares con dinámicas rígidas, sobreprotectoras o muy críticas también pueden influir en el desarrollo de estas patologías.

Impacto negativo de los medios de comunicación y redes sociales

Vivimos en una sociedad que glorifica la delgadez y asocia el éxito, la felicidad y la aceptación social con cuerpos esbeltos. La exposición constante a imágenes editadas, dietas milagrosas, retos virales y productos para bajar de peso en redes sociales ha demostrado tener un impacto directo en la autoimagen, especialmente en adolescentes.


Además, existen comunidades en línea que promueven conductas alimentarias peligrosas y difunden contenido que normaliza el uso de laxantes o el vómito inducido como formas válidas de control corporal.


Signos de alarma que deben tomarse en serio

La detección temprana puede marcar la diferencia en la recuperación. Algunos indicadores que pueden alertar sobre la presencia de un Trastorno Alimenticio incluyen:

  • Cambios drásticos en los hábitos alimenticios
  • Uso frecuente de laxantes o diuréticos sin justificación médica
  • Evitación de las comidas en público o preferencia por comer a solas
  • Conductas de atracón o comer con rapidez descontrolada
  • Aislamiento social progresivo, especialmente en contextos relacionados con la comida
  • Comentarios constantes sobre el peso, la figura o la culpa tras comer
  • Uso de ropa holgada para ocultar el cuerpo
  • Cambios emocionales abruptos como irritabilidad, tristeza o retraimiento

Consecuencias físicas, mentales y sociales a largo plazo

Los efectos de los Trastornos Alimenticios pueden ser devastadores si no se tratan a tiempo. En el plano físico, pueden producirse Desnutrición, Anemia, daños dentales, alteraciones gastrointestinales, desequilibrios hormonales, irregularidades cardíacas e incluso riesgo de muerte.


A nivel emocional, suelen acompañarse de Ansiedad, Depresión, aislamiento, disfunción sexual y deterioro en el rendimiento escolar o laboral. En casos graves, el impacto se extiende también al entorno familiar y social de la persona afectada.


Estrategias preventivas y abordaje interdisciplinario

La prevención de los Trastornos Alimenticios debe comenzar desde la infancia y abordarse desde múltiples frentes:

  • Educación emocional: es fundamental enseñar desde edades tempranas a identificar y expresar emociones, gestionar el Estrés y fortalecer la Autoestima
  • Alfabetización nutricional: comprender la importancia de una alimentación equilibrada y desmitificar conceptos erróneos sobre las dietas restrictivas o los “alimentos prohibidos”
  • Cultura del respeto corporal: evitar comentarios sobre el cuerpo de otras personas, promover la aceptación de la diversidad corporal y eliminar prácticas de comparación constante
  • Entornos familiares saludables: fomentar la comunicación abierta, el apoyo emocional y evitar patrones de control o crítica excesiva
  • Representaciones realistas en medios de comunicación: exigir una mayor diversidad de cuerpos, géneros y edades en la publicidad, el cine, la televisión y las redes sociales


El tratamiento debe ser integral y estar a cargo de un equipo multidisciplinario que incluya profesionales en Nutrición, Psicología, Psiquiatría y Medicina General. La recuperación es posible, pero requiere tiempo, compromiso y apoyo continuo del entorno cercano.

Psicología en Bogotá

Este sitio web utiliza Cookies propias y de terceros para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios, para mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, así como analizar sus hábitos de navegación. El usuario tiene la posibilidad de configurar sus preferencias AQUÍ.