La utilidad de la Filosofía de la Ciencia en contextos de posverdad
Vivimos en una era marcada por la sobreinformación y la manipulación de datos, donde los hechos comprobables suelen competir con narrativas emocionales o interesadas. Este fenómeno, conocido como posverdad, plantea un reto no solo para la ciencia, sino también para la sociedad en su conjunto.
Frente a ello, la Filosofía de la Ciencia se convierte en una herramienta fundamental: no solo analiza los métodos, fundamentos y alcances del conocimiento, sino que también aporta una base ética, epistemológica y reflexiva que ayuda a discernir entre información válida y construcciones engañosas.
Filosofía de la Ciencia: fundamentos y alcances
La Filosofía de la Ciencia ha dejado de ser únicamente una teoría del conocimiento para convertirse en un campo que interroga la naturaleza, la validez y la aplicación del método científico. Según Rojas (1995), su función principal es cuestionar si los principios del conocimiento científico son realmente aplicados en la práctica o solo enunciados de manera teórica.
Esto implica analizar:
- Qué es un concepto científico
- Cómo se diferencian los conceptos observacionales y teóricos
- Cuál es el rol de la lógica y la epistemología en la producción de conocimiento
De esta manera, la filosofía de la ciencia no se limita a estudiar sus propios principios, sino que también examina sus relaciones con la historia de la ciencia y la sociedad. Para Trejo (2020), este ejercicio filosófico promueve un “discurso metódico” orientado al bienestar de la humanidad, estableciendo un puente entre el saber científico y las necesidades humanas.
La Filosofía de la Ciencia frente a la posverdad
En tiempos de posverdad, donde los discursos emocionales a menudo pesan más que los datos verificables, la Filosofía de la Ciencia se plantea preguntas fundamentales, como:
- ¿Por qué conoce el ser humano?
- ¿Para qué conoce?
- ¿Cómo se llega a la realidad de las cosas?
- ¿Qué utilidad tiene el conocimiento?
- ¿Es verdadero el conocimiento?
Estas cuestiones, planteadas por Trejo (2020), ponen de relieve la necesidad de un pensamiento crítico que permita distinguir entre información confiable y manipulaciones ideológicas. Para autores como Prigogine y Stengers (1990) o Hawking y Mlodinov (2010), si ciencia y filosofía no se mantienen al día con los cambios culturales y sociales, corren el riesgo de volverse irrelevantes.
La Filosofía de la Ciencia, en este contexto, se convierte en un marco de referencia para evaluar el alcance social y humano de los avances científicos, preguntándose siempre por su aplicabilidad, su coherencia ética y su contribución al bienestar colectivo.
Entre conocimiento y ética: el doble filo del saber
El conocimiento humano tiene un potencial transformador, pero también conlleva riesgos. Como advierten Ospina (2004) y Morrin (1999), la línea entre el uso responsable del saber y su aplicación dañina es muy delgada.
Un ejemplo ilustrativo es el caso de los explosivos derivados del nitrato amónico. En principio, este descubrimiento se orientó a la explotación minera y al desarrollo económico. Sin embargo, su manipulación posterior dio origen a las minas antipersonales o “quiebrapatas”, utilizadas con fines bélicos y terroristas, que atentan contra la dignidad y los derechos humanos.
Este contraste evidencia cómo el conocimiento, si no está guiado por la ética y el discernimiento filosófico, puede generar tanto progreso como destrucción. De allí que la Filosofía de la Ciencia insista en evaluar no solo la validez de las teorías, sino también su impacto social.
Filosofía de la Ciencia y epistemología: dos campos complementarios
La relación entre Epistemología y Filosofía de la Ciencia es cercana pero no idéntica. Según Cárdenas (2001), la epistemología estudia la producción de conocimientos científicos y establece los principios de la teoría del conocimiento. La Filosofía de la Ciencia, en cambio, indaga sobre esos principios y examina su aplicación práctica.
Trejo (2005) identifica varias características de la epistemología:
- Realiza un análisis formal útil para adquirir y consolidar conocimientos
- Examina críticamente los principios de las ciencias y su objetividad
- Incluye la metodología como parte esencial de la reflexión científica
- Estudia la relación cognoscitiva entre el ser humano (sujeto) y los fenómenos sociales
En suma, mientras la epistemología proporciona un marco para comprender cómo se genera el conocimiento, la filosofía de la ciencia ofrece una visión más amplia que integra aspectos lógicos, metodológicos, éticos y culturales.
Principales aportes de la Filosofía de la Ciencia en la sociedad actual
De acuerdo con el análisis de Trejo (2020) y la reflexión crítica de Diana Arboleda, la Filosofía de la Ciencia contribuye en varios aspectos esenciales:
Multiculturalismo y apertura del conocimiento
La ciencia no debe verse solo como un conjunto de leyes objetivas, sino también como un proceso que dialoga con las culturas. La Filosofía de la Ciencia permite integrar la imaginación y la subjetividad, ampliando la comprensión del mundo y enriqueciendo el intercambio multicultural.
Complemento de la epistemología
Además de regirse por la lógica y el método, la ciencia debe considerar al ser, al saber y al hacer. La Filosofía de la Ciencia introduce esta dimensión integral, asegurando que el conocimiento esté alineado con la dignidad humana.
Desarrollo humano y social
Gracias a la ciencia se construye, transforma, alivia el sufrimiento y se promueve la calidad de vida. Pero es la Filosofía de la Ciencia la que despierta la pasión, la curiosidad y el deseo de investigar, siendo un motor esencial para el avance sostenible.
Integración de objetividad y subjetividad
Mientras que la ciencia se enfoca en lo medible y demostrable, la Filosofía aporta la dimensión subjetiva: la imaginación, la sensibilidad y el sentido del querer aprender (Zuleta, 1985).
Humanización de la ciencia y la tecnología
En un mundo dominado por las TIC, la biotecnología y la exploración espacial, la filosofía de la ciencia recuerda que todo avance debe regirse por la ética, la bioética y el bien común, evitando caer en intereses puramente individuales o corporativos.
La utilidad de la Filosofía de la Ciencia en contextos de posverdad radica en su capacidad de ofrecer un marco crítico, ético y humanista para comprender, aplicar y transformar el conocimiento. No se trata únicamente de cuestionar la validez de los métodos científicos, sino de evaluar sus implicaciones sociales y su coherencia con los principios de dignidad y bienestar colectivo.
En una sociedad donde la información se distorsiona y la verdad se relativiza, la filosofía de la ciencia se erige como un faro que orienta la práctica científica hacia el bien común. Al integrar objetividad y subjetividad, lógica y ética, imaginación y rigor, asegura que el conocimiento no sea un fin en sí mismo, sino una herramienta para la construcción de una sociedad más justa, crítica y humana.