La salud integral es mucho más que la ausencia de enfermedad. Es el resultado de la armonía entre la mente, las emociones, el cuerpo y el espíritu.
Comprender este concepto implica ir más allá de los síntomas físicos y adentrarse en la verdadera esencia del bienestar humano: el equilibrio interior.
Más Allá de la Enfermedad: El Enfoque Integral del Ser Humano
En general, cuando hablamos o pensamos acerca de la salud, solemos enfocarnos en el tratamiento de las enfermedades o en el manejo del ser humano integral. Sin embargo, no tratamos enfermedades, tratamos enfermos, y lo ideal es iniciar desde la prevención y la promoción de la salud en nosotros mismos y en quienes nos rodean.
Integral viene de integralidad, de íntegro. Nosotros somos seres humanos, no somos pacientes o enfermos; es diferente tener una condición de salud a ser un enfermo. Tenemos la capacidad de estar sanos en todo momento y en todo nuestro cuerpo. Elijamos esa posibilidad, la cual es real.
La definición de Salud: Más allá de lo biológico
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que: “La salud es un completo estado de bienestar, biológico, psicológico y social”. No obstante, esta visión, aunque válida, resulta incompleta. La salud no puede reducirse a un equilibrio físico y psicológico; requiere incluir el aspecto espiritual, ese vínculo profundo con lo trascendente, con Dios o con aquello que da sentido a la vida.
La salud integral se compone de cuatro dimensiones esenciales:
- MENTAL
- EMOCIONAL
- ESPIRITUAL
- FÍSICA
Mi diferencia con la OMS es que no me quedo solo en lo psicológico como un único término; prefiero manejar por separado pensamiento y sentimiento (o emoción). Muchas veces pensamos en hacer o tener algo, y son nuestras emociones las que nos lo bloquean o nos lo apoyan. Tengo la creencia en la existencia de Dios y, además, en su importancia en todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo la salud.
Para la Organización Mundial de la Salud, Dios no tiene nada que ver con la salud. Yo considero que, si tú estás bien MENTAL, EMOCIONAL, ESPIRITUAL Y FÍSICAMENTE, lo social no te afecta; eres capaz de gestionar emocionalmente las situaciones que sucedan en tu vida.
Una pareja con vicios, maltrato, hijos con malas decisiones, etc., no necesita enfermarte. Para la OMS, te enferma la sociedad; te enferman tus hijos, tu pareja, tu jefe, etc. Si tú balanceas tu mente, tus sentimientos (alma) y tu cuerpo, y estás bien con Dios, seguramente la sociedad no tiene por qué enfermarte. El hecho de que tu hijo tenga ciertas actitudes o tu jefe te maltrate no debe ser una causa de enfermedad. Yo elijo la salud o la enfermedad, balanceando o armonizando estos cuatro aspectos. Es mi decisión si voy a estar sano o voy a estar enfermo.
No es la decisión de otro. Elijo no ceder el poder de mi salud a otros. Nadie es culpable de mi vida, solo yo. Gestionando estos elementos se logra la sanación o la enfermedad; yo decido. Dejo de buscar culpables y me empodero en esto.
Doctor, es que mi pareja es quien me tiene enfermo/a, ¡no! Tampoco puedes culpar al país en el que vives por los resultados de tu vida. Deja de victimizarte y asume responsabilidades.
Si mantienes un pensamiento positivo, gestionas adecuadamente tus emociones, si estás bien con Dios y te cuidas físicamente, vas a estar sano, no importa el país en el que vivas.
El enfoque en la persona, no en la patología
No hay enfermedades, hay enfermos. A veces me sucede algo: llega un paciente y pregunta: "Dr. ¿Usted trata la artritis?". No, señora, yo Atritis no trato. "¿Las varices?" No, yo no trato Varices. "¿Gastritis?" No, yo no trato Gastritis.
¿Y entonces?
Trato personas con artritis, con varices, con gastritis. Es que nunca me ha entrado una artritis por la puerta del consultorio, ¡no sé cómo son! ¿Cómo hago para tratar algo que no conozco? Nunca entra la enfermedad, sino el individuo con ella.
Recuerda, no hay enfermedades, hay enfermos. Lo que para una persona puede ser valioso, para otra no. Lo que a una persona afecta, a otra no; lo que define a una persona, a otra no. Las metas de una persona son muy diferentes a las de alguien que, incluso, pudiera ser muy cercano a él. En fin, no nos enfoquemos solo en el síntoma, vamos más profundo.
Entonces, ¿Cuál es la idea? Entender que no podemos generalizar; no son enfermedades, son enfermos.
¿Qué es una enfermedad? La reacción a la toxina
Una enfermedad es la reacción del cuerpo a una toxina. Esto se conoce como la relación NOXA-TERRENO. Cuando hablamos de toxina, en ocasiones la gente considera que siempre provienen de la comida, pero no. Esas toxinas (noxas) pueden provenir de mi mente negativa, de mi poca gestión emocional, de mi lejanía de Dios y, por supuesto, también de lo físico (cómo me alimento, si tomo agua, si recibo el sol, si hago ejercicio, si reposo, etc.). Todo eso me enferma.
Con esas cuatro partes —nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, la lejanía o cercanía de Dios y la parte física— se marca nuestra salud o nuestra enfermedad. Todo esto influye.
Vamos a ir profundizando en cada paso.
Vivimos en una lucha constante de un enemigo contra nuestro cuerpo. La noxa o la toxina llega a nosotros y, dependiendo de si nuestro "terreno" está abonado o receptivo a esta noxa, nos enfermamos. En caso contrario, nos defendemos y la eliminamos. Me puede llegar cualquier toxina, pero si yo tengo mi terreno bien protegido, no me voy a enfermar. Es decir, no es solo la calidad de lo que nos ataque, sino la capacidad que tenemos de defendernos de ese enemigo.
Se necesitan zonas propensas, como un blanco o target, el sitio donde va a dar la toxina. Hay personas que canalizan todo en el pulmón: las rabias, los miedos, las tristezas, las negatividades, lo que comen, todo llega al pulmón. Otros lo hacen al estómago, otros a la espalda, a los riñones. Cada persona tiene un sitio específico, dictado por su armonía integral.
Tu salud no depende de tu entorno familiar, laboral, tu barrio, tu ciudad, etc. Tú puedes decidir si te enfermas o no. Obviamente, necesitamos las herramientas para manejar esto, no es solo decir: "Ya no me voy a enfermar" y listo. Se necesita profundizar un poco más, trabajar en los cuatro aspectos y para eso necesitamos quien nos enseñe a manejarlos. Enfoquémonos hacia la salud, no nos quedemos en la enfermedad. Todos tenemos en nuestras manos la posibilidad de sanar o enfermar, solo necesitamos la guía y la fe para lograrlo. No es fácil, pero sí es posible, aprendiendo qué cambios necesitas en tu vida, qué te falta hacer, sentir, pensar, actuar, y hacerlo de una manera diferente.
Así que, cuando estamos enfermos, hay una pérdida de armonía dentro de nuestro cuerpo y hay que buscar la causa para recuperar esa armonía y, con esto, nuestra salud.
Entonces, recuerde: no vamos a tratar artritis, vamos a tratar a Fulanito/a de tal con su Artritis.
El síntoma como mensajero
Una enfermedad es la forma que busca nuestro cuerpo para manifestarnos físicamente que algo está fallando en alguno de estos cuatro aspectos. Si no soy consciente de alguna situación que me puede afectar, el cuerpo te lo va a decir. El cuerpo habla lo que la mente calla. Así que, como médico, debo buscar a dónde se dirige tu cuerpo con ese síntoma, qué te quiere decir, qué te está pidiendo o mostrando.
Por ejemplo, si te duelen las rodillas y piensas "debo rebajar", el síntoma es físico, pero la enfermedad es como algo en tu conciencia. Te haces consciente de estar muy obeso y que debes rebajar. Aunque esa causa es solo física, debemos ir más profundo: ¿para qué estoy obeso?, ¿de qué me quiero defender?, ¿qué no quiero que me llegue? Ese dolor en rodillas también puede significar: ¿qué paso no quiero dar? En fin, hay que buscar esa causa real para poder curar la enfermedad.
Cuando ya empiezan a doler las rodillas, ese es el síntoma que va a llegar al cuerpo y despertar conciencia sobre algo más profundo, un cambio real que necesito en mi vida.
La conciencia es la sabiduría, el diferenciar el bien del mal, como lo queramos definir. Muchas veces nos pasa eso en la vida: estamos actuando mal contra nosotros mismos, y esto nos empuja a manifestar un síntoma en el cuerpo, buscando "obligarnos" a cambiar. El problema es que muchas veces no sabemos esto; nos quedamos solo atacando el síntoma, hasta que el daño es demasiado grande e irreversible.
Así que ese síntoma es un aviso de que algo está mal, no como la famosa propaganda: "¿Dolor de cabeza? Para eso se hizo…", o: "El dolor le tiene miedo a…". Estamos muy programados por la publicidad para manejar los síntomas, para atacar al mensajero. Necesitamos una acción real, no quedarnos en el mensajero.
Uso esa expresión, "matar al mensajero". Esto era lo que pasaba en la Roma antigua, en la época de los césares: llegaba un mensajero con la noticia (por ejemplo, se perdió la batalla o un territorio), y el César ordenaba matar al mensajero.
Eso hace mucha gente: la gente tiende a atacar el síntoma. "Tómate esto para el dolor de cabeza." "Si estás hipertenso, tómate esta pastilla." "Si tienes un cáncer, pongamos quimio o hagamos radioterapia, o cirugía." O si tienes un tumor benigno, una alergia, una falla renal, etc., pregúntate qué no estás sabiendo manejar.
Entonces, no es quitar el síntoma. Si un piloto durante un vuelo ve una luz roja parpadear y una señal sonora (ej. un pito repetido) y cometiera el error de matar al mensajero (quitarse el zapato y destruir esa señal), ¿qué pasaría? Probablemente un accidente grave, ya que no solucionaría lo que le estaba avisando esa señal (ej. algún daño en el tren de aterrizaje, pérdida de combustible o despresurización del avión, etc.).
¿Qué está pasando en la vida? No matemos al mensajero, hay que buscar la raíz de la enfermedad, buscar la causa. ¡Te enfermaste para que cambies! Para que cambies la alimentación, para que dejes los vicios, para que cambies tu mente, para que perdones, para que te alimentes más sano. Para eso te enfermas. Para que sobrevivas. Por ejemplo, si no te duele el pecho, no te das cuenta de que tienes las arterias tapadas y te da el infarto de una vez. Si no sientes dolor en alguna parte de tu cuerpo, no te das cuenta, por ejemplo, de que tienes un cáncer de pronto.
El "¿Para qué?" de la vida. El "¿Por qué?" es pelea.
Pasa algo en tu vida: si te sucedió esto, ¿qué necesitabas aprender en la vida? Tienes que vivir esta experiencia. Pregúntate ¿Para qué?