El Déficit de Atención en niños y adultos, conocido clínicamente como Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), es una condición del neurodesarrollo que se manifiesta a través de alteraciones en la atención, la impulsividad y la hiperactividad.
Aunque suele identificarse con mayor frecuencia en la infancia, también se presenta en adultos, aunque con manifestaciones distintas. Actualmente, su diagnóstico es exclusivamente clínico, ya que no existe una prueba biológica definitiva ni herramientas de imagen como resonancias que lo confirmen.
¿Cómo se diagnostica el Déficit de Atención?
El diagnóstico del TDAH, tanto en niños como en adultos, se basa en la identificación de una serie de signos y síntomas clínicos. Estos se recogen mediante la observación directa, entrevistas con el paciente y su entorno, y la aplicación de pruebas neuropsicológicas y escalas estandarizadas.
Es esencial valorar el contexto en el que vive la persona, ya que los síntomas pueden variar significativamente según el entorno familiar, escolar o laboral.
Evaluación en niños
En los niños, el diagnóstico implica la participación activa de los padres y del colegio. Se utilizan formatos específicos para que ambos entornos puedan reportar observaciones del comportamiento del niño.
Además, se aplican baterías neuropsicológicas que permiten evaluar la atención, memoria de trabajo, funciones ejecutivas y velocidad de procesamiento.
Evaluación en adultos
En los adultos, el enfoque diagnóstico se centra en el funcionamiento diario, aplicando pruebas que permiten identificar dificultades ejecutivas, problemas atencionales y patrones de organización del tiempo. También se utilizan escalas que cuantifican la eficiencia en la planificación, la productividad y la gestión del día a día.
Síntomas del Déficit de Atención
Aunque la base del trastorno es común, los síntomas pueden variar considerablemente entre niños y adultos.
Manifestaciones en niños
En la infancia, el TDAH se presenta comúnmente en tres dimensiones: inatención, hiperactividad e impulsividad.
- Inatención: dificultad para mantener la concentración, olvidos frecuentes, pérdida de objetos, errores por descuido y tendencia a abandonar tareas que requieren esfuerzo mental
- Hiperactividad: necesidad constante de moverse, levantarse del asiento, hablar en exceso, correr o saltar sin motivo aparente
- Impulsividad: dificultad para esperar turnos, interrumpir constantemente, querer imponerse en juegos o actividades grupales
Estas manifestaciones suelen interferir significativamente en el rendimiento académico y en la calidad de las relaciones sociales del niño.
Manifestaciones en adultos
En los adultos, el cuadro cambia. La Hiperactividad física da paso a una inquietud interna y desorganización cognitiva:
- Dificultad para planificar el día
- Problemas para priorizar tareas
- Procrastinación constante
- Baja eficiencia laboral
- Falta de puntualidad
- Olvidos frecuentes de compromisos y responsabilidades
Esto puede generar Estrés crónico, sentimientos de frustración y, con frecuencia, se asocia a Trastornos del Ánimo, Ansiedad o Depresión.
Grados de severidad y tratamiento
El TDAH puede clasificarse como leve, moderado o grave, según el grado de afectación en la vida académica, familiar o laboral del paciente.
Casos leves
En los casos leves, especialmente en niños sin alteraciones significativas en su comportamiento o rendimiento escolar, suele ser suficiente una intervención psicoterapéutica y educativa. Esto incluye:
- Enseñanza de rutinas
- Organización del tiempo
- Establecimiento de límites
- Participación activa de padres y docentes
Casos moderados a graves
Cuando el trastorno interfiere notablemente en la conducta o el desempeño académico o laboral, es probable que se requiera una intervención farmacológica. Esta se enfoca en corregir desequilibrios en neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, esenciales para el buen funcionamiento de los circuitos cerebrales involucrados en la atención y el autocontrol.
En adultos, además del tratamiento farmacológico, es esencial implementar una intervención multimodal que incluya:
- Terapia psicológica
- Cambios en los hábitos de vida
- Entrenamiento en organización y planificación
Recomendaciones para mejorar el manejo del TDAH
Más allá del tratamiento clínico, ciertos hábitos y rutinas son fundamentales para mejorar la calidad de vida de quienes viven con TDAH.
Para niños
- Establecer horarios fijos para dormir y comer
- Controlar el uso de pantallas
- Mantener una rutina diaria predecible
- Implementar adecuaciones curriculares en el colegio
- Fomentar el orden en los espacios físicos
Para adultos
- Crear y seguir un horario estructurado
- Usar agendas o planificadores
- Hacer listas de tareas y priorizarlas
- Cultivar el hábito del ejercicio físico
- Dormir adecuadamente
- Mantener espacios organizados
Estas medidas contribuyen a organizar el pensamiento, mejorar el autocontrol y reducir la carga emocional asociada a la desorganización y al bajo rendimiento.
El Déficit de Atención en niños y adultos es un trastorno complejo que afecta múltiples áreas de la vida cotidiana. Aunque sus síntomas y manifestaciones cambian con la edad, su impacto puede ser significativo si no se detecta y trata a tiempo.
El abordaje debe ser individualizado, considerando la severidad del cuadro y el entorno del paciente diagnosticado por un especialista en Neuropsicología, e idealmente debe combinar estrategias clínicas, educativas y conductuales para alcanzar los mejores resultados.